LA IMPORTANCIA DEL PROCESO DE ADAPTACIÓN
En la búsqueda por comenzar un estilo de vida saludable
incorporando la práctica de ejercicio físico, se suelen subestimar muchos
parámetros y formas de entrenamiento. Por otro lado, pocas veces se respeta el
proceso de adaptación, el cual es un periodo fundamental para la mejora del
rendimiento y salud.
Sin embargo, un gran numero de personas insisten en
saltarse este proceso y comienzan un plan de entrenamiento que en ese entonces
para ellos se considera avanzado. Hablamos de entrenar con cargas elevadas
desde la sesión 1, entrenamientos al fallo muscular, cardio excesivos entre
otras variables. También, comienzan a dar diferentes estímulos a su cuerpo y
exigiéndolo al máximo, generando que su organismo no logre adaptarse y en
consecuencia provocando una pérdida de rendimiento.
El entrenamiento es un proceso organizado en el que el
cuerpo y la mente se exponen constantemente a factores estresantes de diferente
volumen (cantidad) e intensidad. La habilidad de un deportista para adaptarse y
ajustarse a las cargas de trabajo impuestas por el entrenamiento y la competición
es tan importante como la de las especies para adaptarse a los entornos en los
que viven: ¡sin adaptación, no hay supervivencia! La incapacidad del deportista
para adaptarse a las variaciones constantes de las cargas de trabajo y a los
factores estresantes asociados con el entrenamiento y la competición, le
provocara un nivel crítico de fatiga, de sobrecarga o, incluso, de
sobreentrenamiento. En tales circunstancias, será incapaz de conseguir las
metas del entrenamiento.
Un elevado nivel de rendimiento es el resultado de muchos años
de trabajo bien planificado, metódico y estimulante. Durante este tiempo, el
deportista trata de adaptar su fisiología a los requerimientos específicos del
deporte. Cuanto mayor sea su grado de adaptación a los procesos de
entrenamiento, mayor será su potencial para alcanzar altos niveles de
rendimiento. Por tanto, el objetivo de cualquier plan de entrenamiento bien
organizado es inducir adaptaciones que mejoren el rendimiento. Esto solo es
posible si el deportista observa esta secuencia:
Incremento del estímulo (carga) + Adaptación = Mejora del
rendimiento
Si la carga es siempre del mismo nivel, se produce una adaptación
en la primera fase del entrenamiento seguida de una segunda de meseta (estancamiento)
sin ninguna mejora posterior.
Perdida de estímulo + Meseta = Perdida de la mejora
Si el estímulo es excesivo o demasiado variado, el
deportista no será capaz de adaptarse, lo que le producirá una mala adaptación.
Estimulo excesivo + Mala adaptación = Disminución del
rendimiento
Por tanto, el objetivo del entrenamiento es incrementar,
progresiva y sistemáticamente, los estímulos del entrenamiento (la intensidad,
el volumen de las cargas de trabajo y la frecuencia) para inducir mayores
adaptaciones y, como resultado, mejorar el rendimiento. En las modificaciones
de dichos estímulos ha de incluirse la variación del entrenamiento para
maximizar las adaptaciones del deportista al plan de trabajo. Las adaptaciones
del entrenamiento son la suma de las transformaciones provocadas por la repetición
sistemática de las sesiones de ejercicios. Estos cambios estructurales y fisiológicos
son resultado de las demandas específicas que los deportistas imponen a su
organismo por las actividades que ejercen, dependiendo del volumen, intensidad
y frecuencia del entrenamiento. El trabajo físico es beneficioso solo en tanto
en cuanto sobrecargue al organismo, de tal modo que lo estimule para que se
produzcan las adaptaciones. Si el estímulo no provoca retos fisiológicos
suficientes, no puede esperarse que estas se incrementen. De otro lado, si las
cargas de entrenamiento son muy elevadas, intolerables y se imponen durante un
periodo de tiempo excesivamente largo, pueden provocar lesiones o
sobreentrenamiento.
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